20 mayo, 2010

La mente en blanco...

Me despertó el suave roce de su cuerpo desnudo. Allí estaba Blanca, a mi lado, moviéndose entre sueños y dibujando la silueta de sus pechos y el cuerpo desnudo entre la sábana. Y yo preguntándome cómo había terminado pasando la noche allí. Atravesaba una racha en la que todo me parecía igual cada vez que estaba con alguna chica. El mismo ritual que terminaba por aburrirme y llevándome fuera de la cama en cuanto ellas se quedaban dormidas después de hacer el amor.
Parece que en esta ocasión algo de Blanca me había llenado de tal manera que me obligó a seguir a su lado. Traté de recordar. Lo cierto es que la ginebra de la noche suele provocarme lagunas por la mañana. Me vino a la mente el momento de llegar a su casa, ya en el ascensor casi nos rompemos la ropa. Yo cogiendo sus pechos por detrás, con las manos metidas dentro de su jersey y el sujetador arrancado mientras le acariciaba el cuello con la lengua. Ella contonéandose y rozando sus nalgas en mi pantalón, donde ya tenía que notar mi gran erección. No dio tiempo a cerrar la puerta cuando yo ya tenía los pantalones en los tobillos y ella todo el pecho al aire. Apartando su corta melena de la cara vi el gesto inconfundible de querer llevarse mi pene a la boca. Y así, arrodillada en el pasillo, disfrute de las primeras caricias de su lengua alrededor de mis testículos mientras su mano se movia acompasada arriba y abajo. No parecía dominar tanto la lengua cuando la besé por primera vez. Describía unos círculos perfectos alrededor de mi glande. Mi excitación era tal, que si aquel masaje continuaba, poco podría hacer por evitar descargar todo mi esperma en su boca sin intentar antes compensar un poco todo ese placer. Ella insistía. Sólo dejo de engullirme para decir - "Tranquilo, quiero sentir todos tus fluidos dentro de mi boca, mas tarde habrá más". Así llegué al orgasmo, conteniendo un grito mientras ella rebosaba caldo por la comisura de los labios para tragarlo posteriormente.

Cuándo terminó, con la boca aún caliente y húmeda, Blanca me besó. Lo que recuerdo después, es una sesión habitual de lujuria en la cama. Cada caricia, cada beso, cada penetración seguía en mi recuerdo como algo normal. Sí tenía en la mente la forma en la que eyaculé por segunda vez, tras los inagotables vaivenes de su cintura mientras estaba encima de mí y, su cara de placer mientras el calor de mi erección penetraba su cavidad inundada por un flujo como no había visto en mucho tiempo. Creo que se corrió un par de veces seguidas. ¿Por qué estaba yo allí? Seguía preguntándomelo cuando al fin vi cómo Blanca abría los ojos y me miraba sonriente a la vez que libidinosa. Mi cabeza algo más despejada que la noche anterior solo me pedía irme de allí. Pero entonces ella me besó y, sin pronunciar palabra comenzó a recorrer con su lengua mi cuerpo hasta volver al sitio que más le gustaba. Nunca imaginé a alguien que disfrutara tanto con la boca llena. Entonces hizo algo que me refrescó en la mente una sensación vivida la noche anterior. Me levantó ligeramente las piernas y comenzó a dibujar círculos con su lengua alrededor de mi ano mientras me masturbaba con suavidad. Creo que ella también quiso disfrutar porque se colocó en posición para un 69. Empecé a corresponderle chupando sus labios mayores mientras, ayudado con los dedos apartaba para dejar libre el clítoris.
Entretanto, inconscientemente, en mi mente seguía la sensación de lo que ella estaba haciendo; pero esta vez mi cuerpo estaba mucho mas relajado. La oía jadear por el placer de mi lengua a la vez que aceleraba el movimiento de su mano. Mi deseo era penetrarla para descubrir qué demonios pude sentir la noche anterior con mi pene en su interior rodeado de su ardiente flujo. Pero ella llegó al orgasmo antes de proponerle que se girara y se la metiera estando encima de mí. Su orgasmo fue corto, pero muy intenso. Había quedado empapada al igual que mi cara. Entonces volvió a la posición en la que había comenzado todo. Ésta vez, empezó a chupar mientras la caricia anal la ofrecía con el dedo. En ese momento lo vi claro. Me dejé llevar.

Nunca había sucedido pero, según sabía, iba a tener el mejor orgasmo que se puede sentir. Y esta vez me encontraba con la mente totalmente abierta a lo que pudiera pasar, la pena es que la noche anterior este juego me pasara desapercibido porque mi mente estaba pensando que Blanca era otra chica más de la racha en la que todo me parecía igual cada vez que estaba con alguna chica. Al final, con las piernas ligeramente levantadas, mi pene entrando y saliendo con fruición de su boca mientras ayudaba de la mano y, el masaje anal con su dedo, estallé en un grito y en un brotar incesante de esperma que se esparció por toda su boca y cara. Blanca sonrió y se levantó. Se fue al baño y dejó corriendo el agua de la ducha. Lentamente fui detrás. Al mirarla sólo dijo: -" Vamos a ducharnos, me gustaría salir, pasar el día por ahí contigo y volver a darte los buenos días mañana igual que hoy"

Relato enviado por: LSD. 1997

16 febrero, 2010

Expoerotikus 2010

Los días 2 y 3 de Abril se celebrará la próxima
Feria Europea del Erotismo
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